Controlar emociones para alcanzar el éxito
- Jorge Raúl Cabrera González
- 20 jul
- 1 Min. de lectura
Mi alma grita con desesperación, y es exorbitante el tiempo que he dejado pasar sumido en preocupaciones internas que consumen mi energía.
La acción, después del plan, es necesaria. Ejecutar los hechos a partir de las palabras o decisiones de cambio es un paso crucial.
Quien no actúa, se consume en la posibilidad de lo que podría ser, pero no será.
Son sueños rotos con esperanzas vacías.
El silencio es necesario para crecer y reflexionar, pero también lo es la interacción y la integración de acciones que demuestren un verdadero interés por cambiar.
La progresión del pensar al accionar no es un camino recto: es diverso, incierto, a veces confuso. Pero solo el alma que se atreve —que da un paso más sin temor al fracaso— avanza un peldaño más en la escalera del éxito.
Las emociones no deben negarse, sino entenderse y aplicarse con sabiduría.
Saber cuándo hablar, cuándo guardar silencio, cuándo conectar y cuándo retirarse… eso también es inteligencia emocional.
Quien domina el fuego que quema por dentro puede encender faros en otros.
Hay que despertar almas dormidas por la rutina, consumidas por el cansancio progresivo de la habitualidad.
Solo quien se atreve a romper la inercia puede construir riqueza real: esa que nace primero del alma, y luego se multiplica en acciones.
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